lunes, 17 de marzo de 2008

Viva Las Vegas

I'm baaaack...!
Y me encontré con el aire acondicionado roto, tres horas más viejo y con un record de calor para el fin de semana. Pero hay cosas peores.

Estuve en Vegas montando en el ShoWest, que es el evento de la industria de la televisión y cine digitales. Si no trabajas en esa industria, no te has perdido mucho.

¡Pero era Las Vegas, baby!

En la zona de los casinos y los megahoteles y los alardes, el término Sin City suena aguachento, entre otras cosas, porque nada es pecado. El que no está jugando frenéticamente, está buscando templar o que se lo tiemplen, o se emborracha big time.
O las tres.

New York, New York... con oferta limpia-sables.


New York, New York, con su montaña rusa y su ESPN zone.



Todos los días se reparten miles de estas postales en la calle, o se enganchan en los puestos de periódicos, o los dejan en los limpia parabrisas.
Diligentemente repartidas en su mayoría por mexicanos, con camisetas anunciando el teléfono de prostíbulos, o casas de masajes, o
scort services. Lo más probable es que las de las fotos no estén disponibles por esos precios.


Es esa zona alrededor de Las Vegas Boulevard, llamada The strip donde lo decadente tiene swing. La Carta Magna del fake. Todo se imita. París, New York, Venecia, Roma... Elvis, Rod Stewart, Neil Young, Los Beatles, Michael Jackson. Al único que no imitan es a Neil Sedaka. En sus conciertos, él mismo es su imitación.


Alarde acuático, para ser una ciudad fundada a punta de berocos en el desierto.



Arco de Triunfo, con Torre Eiffel con Escuela de Música. Pastiche.

Venecia. El cielo es falso, como en muchos hoteles. La luz va cambiando en sentido contrario a la luz solar en la calle, para que los jugadores no lleven cuenta del tiempo.


Y todo se regenera, si a Las Vegas le da la gana. ¿Se acuerdan de Toni Braxton, aquella diva hecha a pedido del estudio? Pues tiene una fachada inmensa, descomunal, pagada por la Pepsi, y aparece enseñando un cuerpazo orgullo del Photoshop y el gremio de impresores. ¿Y Betty Middler? Otra tesis para Photoshop Suite, compartiendo tiendas y anuncios con Cher. Los cuerpos... la venganza visual de lo feo.

Esa es otra cosa de esa Vegas. El poco alivio a las omnipresentes máquinas de jugar es una valla o un poster anunciando un show erótico. Un colirio en forma de nalgas, anunciando el Jubilee o las Folies Bergeres. Oh, Margot... quiero decir: Oh, my god.


Réplica en una fachada de un anuncio antediluviano de la Pepsi.

¿Y los conciertos? Como si la desmesura arquitectónica en plan kitsch no fuera suficiente, todo el mundo tiene su fecha en Vegas: Chicago (o lo que queda de), The Police, Elvis Costello, Journey, Elton John, Margaret Cho, Ray Romano, Barry Manilow, Antonio Bennedetto, Carlos Mencía, Roseanne Bar, Kanye West. Toma, toma y toma.
Y todo eso, en dos semanas.

Pero donde hay que quitarse el sombrero es en las ofertas de Cirque du Soleil. También está Blue Man Group, y los magos, y los 38 leones que van rotando para exhibir en el MGM Grand. O los tours al Gran Cañón, incluida la presa Hoover.
Si a Bugsy Siegel le hubieran dicho en el 1946 en lo que se iba a convertir su Flamingo Hotel, se hubiera deprimido.

Por supuesto que hay varias Vegas en Vegas. El downtown ya no es lo que era, cortesía de la migración pandillera desde California. Básicamente porque en el Sunshine State le apretaban las tuercas, porque aumenta la competencia y porque la autoridad de Vegas no está tan entrenada para enfrentar el fenómeno pandillero como la de California, con larga data de cabezazos contra las gangas.

Las Vegas downtown.

Ya nos tocará ir, en plan turismo. Cirque du Soleil y el Cañon del Colorado lo merecen.

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