sábado, 23 de agosto de 2008

Abur, Miami


Yo parto, ustedes cuidarán el huerto. New York, no lluevas, que voy pallá.

Pero antes, one word from our sponsors: El PicaPica ya tiene portada para su segundo número.

Har, har... no les voy a decir de quién es ni de qué se trata. Pero habemus portada y pronto habrá blog, cuando retorne.

A los interesados e interesadas anuncio que estamos en lo del registro para arreglar lo de la circulación, y si Deus quiere, suscripciones. Pero será en la próxima glaciación, me temo.

De momento debemos seguir en plan guerrilla urbana vendiéndolo a cañita en Miami, hasta que la McDonalds o la CocaCola nos patrocine y nos compremos un yate cada uno.



Y les dejo tres de lombrices, cultura underground.

Pórtense bien en la ausencia de un servidor.







jueves, 21 de agosto de 2008

News flash


Primero, agradecer a todos los opinantes, opinadores y opinionistas que dejaron lo suyo en los dos posteos anteriores sobre la caricatura cubana.

Tip of the hat and aché for y'all!

Segundo, decir que hoy por la noche tenemos reunión de la tribu para discutir varias cosas. Entre ellas, lo de la circulación, el segundo número del PicaPica, lo de verlo en formato PDF online, etc...

Varela ha estado poniendo información en su blog, of course, y yo espero actualizar el mío con sandunga de interés, antes de partir para los Niuyores en plan pincha.

Gracias a todos y todas por la acogida al PicaPica.


In the meantime, una de lombrices, cultura underground. Hecha a pincel completa.

Masoca que es uno
.



miércoles, 20 de agosto de 2008

Descanso verbal


Que los dos últimos posteos fueron de muela nada mais.

Un par de las de lombrices, cultura underground.

Añejas por demás. Circa 2000.





martes, 19 de agosto de 2008

De la hierbas rumiadas


En el post anterior, (debajo de este, pardillos) puse un artículo escrito para EFE por José Luis Paniagua.

El texto tiene un par de imprecisiones sin importancia, pero pone en boca de caricaturistas cubanos algunas opiniones algo lapidarias.

Me tomé el trabajo de escribir las mías a riesgo de meter la pata o sonar parcializado. Tambié le reenvié el escrito a varios amigos y colegas por si querían opinar también.

Veamos.


Voy a empezar diciendo que escribir no es lo mío. Dibujar, y a duras penas.

Opinar, ya son otros veinte pesos. Y quiero meter la cuchareta en el posteo anterior, porque quiero pensar que Paniagua tuvo poco tiempo y espacio para elaborarlo, y dejó cosas colgadas de la brocha.

Para reportar hay que averiguar.

El artículo casi abre con una cita de un texto aparecido en Trabajadores, que lamenta la falta de difusión de la “caricatura de índole crítica enfilada a combatir de modo constructivo nuestras deficiencias internas”.

Ja.

Esta es la muela más recurrente cuando un periodista o un funcionario (no siempre se puede delimitar estas áreas) quiere pasar por crítico y profundo. Me recuerda aquellas densas reuniones en Palante donde nos pedían que no nos limitáramos en tratar cualquier tema, a sabiendas de que aquello era demagogia en tiempo de bolero, que en la concreta te metías en un rollo si te hacías el gracioso. Da una idea del doble rasero.

Es una jevita que te pinta monos y te suena una galleta si le pides el teléfono. Ah, los dibujantes de plantilla.


Paniagua nos dice que Palante depende del Comité Central (Santa Sede en lo adelante) tanto como Granma. Eso es cierto en lo editorial y administrativo, pero deja espacio para pensar que otras publicaciones no son igual de dependendientes.

Todas, dear Paniagua, dependen de la Santa Sede situada en la Plaza de la Revostrucción. Toditas todas en lo editorial, por lo menos. Y esa es la dependencia que importa a la corta.

ETIQUETAS FACILITAS

Hay un detalle que se ignora bastante a la hora de analizar el humor gráfico del cayo a partir de los años 70, aparte de la consabida incapacidad de las publicaciones de la Santa Sede para generar espacios de humorismo gráfico, y esto merece una sana aclaración para seguir en este análisis.

Cada vez que se habla de caricaturas, ( y el artículo de Paniagua no es menos en esta colada) se asume de facto que se trata de la caricatura editorial en la prensa plana. Y cada vez que se habla de caricatura editorial, se da por sentado que se habla de caricatura política.

Error. Y a este dislate nos sumamos muchas veces los artistas, por cansancio, comodidad o desinterés en poner las cosas en su sitio. La caricatura editorial es todo aquel dibujo sobre un tema de actualidad, que puede ir desde una noticia política a un escándalo de la farándula, y que se recoge en la prensa de cualquier formato y soporte. No siempre en la prensa plana.

De manera que demasiadas veces nos lamentamos de la poca salud del humor gráfico del cayo, cuando en realidad estamos señalando el horroroso estado de la caricatura editorial.

¿De qué otra manera se explica que mientras la mojigatería y el facilismo (Oh, god… si habré hecho bodrios complacientes…) campeaban como Peter por su house en los dibujos de prensa, los dibujantes cubanos ganaban premios en conocidos concursos internacionales?


Participar en concursos de humor gráfico ha sido la solución cuando no ha habido ni espacio ni voluntad institucional para divulgar una verdadera caricatura editorial, con crítica o sin ella.


Este fenómeno es típico no solo de Cuba, sino de todos aquellos países con escasas opciones de opinión ajenas al gobierno.

Paniagua no menciona (se le hubiera enmarañado el escrito) otra etiqueta en el humor gráfico cubano, y es la del humor costumbrista. En esta categoría caen desde el chiste de la croqueta de diez kilos hasta un tardío humor editorial, pues se toca un tema nacional, preferiblemente de actualidad y que a veces lleva una crítica por mensaje.

Y todos sabemos del techo de vidrio para ejercer la burla, cuándo jugar con la cadena sin despertar al mono.

El humor costumbrista siempre fue light, descafeinado por invisible decreto.

ESPECIAL

Ahora, cuando Paniagua escribe (citando a Ares) que “…se perdió una continuidad de gente que sabía hacer buen humor y se quedaron una mayoría de gente que utilizan códigos reiterativos, maneras de hacer que son fáciles y que no se meten en problemas con nadie” no solo se cuestiona la calidad de los artistas que quedaron, (lo cual es válido hacer notar, sin dudas) sino que se ignora el mecanismo simplón que hace que -por ejemplo- los pocos dibujantes emplantillados en Juventud Rebelde traduzcan qué quiere un editor, y eviten ser censurados diciendo justo lo que la Santa Sede quiere oír.

Y please, hacer una caricatura con mensaje polisémico, hermético, atemporal, elaborado y abarcador es difícil, loable y necesario. Pero dudo que tenga cabida en algún espacio editorial, y si eventualmente lo tuviera, el editor la planchaba. O la dejaba pasar a sabiendas de que ningún funcionario lo iba a llamar a pedir otra explicación que no fuera que no había entendido el chiste. Así de pedestre es la gran prensa everywhere.

Esto de complacer siempre a los intermediarios de la Santa Sede es una cuestionable práctica, sin dudas, pero es el día a día desde hace rato.

Yo digo que problema de muchos, consuelo de bobos. No estoy diciendo que esté bien ni mucho menos.

Algo tan sobado como la guerra de Iraq debería generar, en un buen cariaturista, buenos trabajos. Cuando uno va por la caricatura # 50 sobre el tema, casi siempre hecha a la carrera o para ilustrar un texto ajeno que vaya con la Santa Sede... that's another ball game.

Claro, hay dibujantes que te hacen un bodrio lo mismo en el intento #1 que en el #14 que en el #50.

Pero, hey... cut some slack here. Usar el colectivo dedetero de los 80 como rasero para el resto de los caricaturistas es algo atractivo, pero injusto, cuando no inútil.

Nadie puede clonar el talento del Dedeté de los 80, pero ignorar las condiciones en las que se trabaja como dibujante de plantilla -por ejemplo again- en JR no es correcto tampoco.

¿Que hay maneras más imaginativas de generar dibujos para la Santa Sede? No hay dudas.

¿Que no todos los dibujantes tienen el tiempo, el talento o la voluntad de hacerlo? Es tristemente cierto. Pero hay que estar en una plantilla durante largo tiempo para saber hasta dónde la enajenación nos va enfangando las ganas de hacer algo decente. Llega un punto en que no nos importa nada.

Eso es fatal.

Pero es culpa de nosotros los caricaturistas. A lo major teníamos que habernos ido del periódico y haber sido consecuentes y sobrevivir como freelancers.

A lo major alguno quería o quiere volar debajo del radar.

ACLARACIONES ACLARATORIAS


Tengo que recordarle a Paniagua (y aquí es mi parte pedante) que Padroncito tuvo su serie Vampiros en el Dedeté, antes de que fueran de La Habana en el cine. Y la otra serie, aparte de Los Comejenes, era la de Los Piojos, no Los Piojitos, como pone el reportero. Eso suena sapingo y pico.

También hubiera sido sano haber aclarado que Kike Quiñones es un conocido actor, más famoso por su humor escénico que por sus dibujos, independientemente de que tenga opiniones sobre el tema gráfico.

A Lázaro Miranda(Laz) no debe haberle caído nada bien que Paniagua lo presentara como Lázaro Medina. A lo mejor el autor enmendó el error, pero me guío por el texto que recibí y que asumo sea el que salió publicado.

En fin, que ponerme diletante cuando fui parte de muchos de los problemas que se señalan en el texto, no es una posición muy valiente o muy cómoda.

Pero repito, conozco el paño. Hubiera preferido no ser juez y parte.

Al César lo que es del César. No puedo decir que los caricaturistas entrevistados por Paniagua hayan dicho solamente lo que aparece en el texto y que dejaran de mencionar otras causas o elementos, pero sí sé que el artículo las pasa por alto por las razones que sean.

Y ahí es que meto la cuchareta, esté bien o no.


Hasta ahora he recibido feedback de Laz, uno de los involucrados.

Pongo aquí fragmentos de sus reflexiones en un mail hecho a la carrera.

Laz lamenta que caigan en el mismo saco todos los dibujantes por igual, pero es de entender que para un caricaturista entrevistado es incómodo hacer un recuento de quién sirve y quién no sirve en el género, colegas con los que se va a tomar una cerveza después en San antonio de los Baños o en la... ¡aáargh!... UPEC.

gustavo,
cada vez que oigo o leo criterios de la caricatura o los caricaturistas actuales, me siento mal. todos nos acusan a todos de malos y panfleteros.
todos nos comparan con los caricaturistas del ddt de los ochenta, para decir que antes ellos lo hacian todo bien y nosotros ahora lo hacemos todo mal.

Y sigue:

yo estoy de acuerdo en que los que estamos ahora no llegamos a ser tan buenos como lo eran los de los ochenta, pero la realidad era otra.

ahora los hay que no se conforman con lo que estan haciendo y estan tratando de hacerlo bien o al menos con decencia.
si no lo logran es porque tal vez no tienen el talento suficiente, pero nadie reconoce ese esfuerzo.

ahora nadie ve nada bueno en lo que se hace.
parece que no lo hay.

de verdad que estoy un poco empingao ya del oír y leer la misma historia. uno esta haciendo su trabajo lo mejor que puede y no lo reconocen.
ahi tienes a la otra compañera diciendo que el ddt está muerto y ni sabía el nombre del tercer caricaturista que, según ella, estaba entre los únicos que sirven.


Ojo, otros lectores han tenido la amabilidad de opinar en los comentarios del posteo anterior.

No los repito aquí para no abarrotar el espacio, pero sus opiniones son válidas y pueden leerlas en el espacio de comentarios mencionado.

lunes, 18 de agosto de 2008

Dibujitos y otras hierbas que suelo rumiar


Evora Tamayo, escritora y guionista cubana, me ha mandado desde New Jersey un texto que José Luis Paniagua escribió para EFE sobre la situación del humor gráfico cubano, basado parcialmente en las opiniones de algunos protagonistas con criterio confiable sobre el tema.

Tamayo, que también es una persona que sabe del asunto, me ha advertido en su email que el escrito era objetivo, no venenoso.

Pongo el artículo de Paniagua porque tiene que ver con algo que le empecé a escribir para Ichikawa hace un rato ya. Por supuesto, Ichikawa no sabe que lo tengo embarcado porque tengo horarios de ladilla oligofrénica y la ética laboral de un armadillo en supermercado. Mi escrito inconcluso toca algunos de los enfoques que aparecen más abajo.

Pero como soy un caretas, quiero que se lean lo que me mandó Evorita (I love you, Ev!) y a lo mejor hasta tienen que aguantar mis reflexiones al respecto. Pongo el texto tal y como me lo mandaron, y asumo que así fue publicado.

Señoras y señores, Paniagua, sobre la caricatura cubana y su situación actual.




Tras décadas de censura -o autocensura-, darle vueltas y más vueltas a las ocurrencias sobre Estados Unidos y el paso de la crisis económica de los 90, la caricatura cubana atraviesa por una situación que algunos califican de mala, otros de regular, pero a nadie mueve a la risa.

Por José Luis Paniagua / EFE- Reportajes

En la Cuba de la crítica de Raúl Castro, el espacio por antonomasia para la contradicción: el humor, se encuentra, particularmente en su versión gráfica, ante una atrofia reconocida por los propios dibujantes, la falta de espacios propios y no pocos lastres.

Los problemas han sido recogidos por la prensa oficial. El libelo Trabajadores apuntaba a principios de año la falta de difusión de la “caricatura de índole crítica enfilada a combatir de modo constructivo nuestras deficiencias internas”.

Cuba es un país de larga tradición caricaturesca. Revistas como ZigZag y nichos permanentes en publicaciones como Bohemia y Carteles fueron espacio para la mofa y la crítica durante los gobiernos de Machado, Prío o Batista.

En 1961 nacieron El Pitirre y Palante, del que el dictador Fidel Castro dijo que venía a llenar el “vacío” dejado por revistas como ZigZag, cerrada tras publicar una caricatura del tirano cubano no se tomó nada bien.

La publicación, que hoy depende del Comité Central del Partido Comunista, como el libelo Granma, es ahora una condensación de todo tipo de manidos chistes sobre Estados Unidos y “humor blanco”, como definen en Cuba a la ocurrencia inocua.

La dictadura tiene hoy escasas publicaciones y poca frescura en sus temas, de acuerdo a los propios dibujantes, y mientras algunos afirman que en la prensa oficial se empiezan a abrir espacios a la crítica a problemas señalados por la tiranía, para otros la crisis heredada ha dejado secuelas que llevará tiempo solucionar.

EL PERIODO ESPECIAL ECONÓMICO... E IDEOLÓGICO.

Buena culpa de los males que aquejan no sólo a la caricatura sino al humor cubano en general vienen del “periodo especial”, como se denomina en Cuba a la crisis económica que se abrió tras el derrumbe del campo socialista europeo.

El Dedeté pasó de tirar 300.000 ejemplares y ser un “fenómeno de masas”, en palabras del caricaturista Ajubel -hoy en España- a quedar relegado a testimonial complemento del libelo Juventud Rebelde.

Manuel Hernández (Manuel), reconocido exponente de la caricatura de aquella época, decidió retirarse a su casa de Matanzas y cambiar el dibujo en los papeles por los motivos alfareros en artículos de recuerdo para los turistas de Varadero.


“Para asombro mío me fue muy bien como pintor y dibujante de cerámica”, dijo Manuel, quien no duda en afirmar que “la caricatura colapsó prácticamente”.

Integrante de la dorada generación de los 80 con Ajubel, Carlucho y otros que optaron por abandonar el país, Manuel señala que el humor gráfico “está mal, como está mal el humor que se hace en teatros o en otros lugares”.

“Como no hay espacio y hubo un impás muy grande no se ha recuperado”, agregó el dibujante, que esporádicamente hace algún trabajo para medios locales.

La pérdida de aquellos caricaturistas provocó un vació que pesa a la hora de explicar la situación actual, coincide Arístides Esteban Hernández (Ares).

“Se perdió una continuidad de gente que sabía hacer buen humor y se quedaron una mayoría de gente que utilizan códigos reiterativos, maneras de hacer que son fáciles y que no se meten en problemas con nadie”, dijo Ares.

Para el que es uno de los dibujantes cubanos más reconocidos internacionalmente, “mucha gente se ha quedado en la tranquilidad, en esa manera de hacer, y es muy difícil romper la inercia de eso”.

Ares lamenta que “la tendencia” en general en la caricatura “es a la mediocridad, a adaptarse a códigos, a maneras de hacer y muchas veces a engancharse con el panfleto”.

“Funciona porque está en la línea editorial del periódico o porque es bueno desde el punto de vista político, como la patada en el fondillo al Tío Sam, cosas que se hacían hace 40 millones de años que a lo mejor funcionaban, pero ya no funcionan”, dijo.

CENSURA Y AUTOCENSURA

Sobre los hombros de Juan Padrón recae la nada pequeña responsabilidad de haber puesto “muñequitos” (dibujos animados) en la infancia de la práctica totalidad de los cubanos que nacieron después del triunfo de la revolución.

Padrón fue fundador del Dedeté, trabajó años en el libelo Juventud Rebelde y vio cómo algunos de sus personajes más famosos como Vampiros en La Habana o Los Piojitos eran censurados en ese ámbito pero paradójicamente encontraban sitio en el séptimo arte.

“Me dijeron que lo de los vampiros parecía una burla a las palabras del comandante en jefe sobre Vietnam, de que estábamos dispuestos a dar nuestra propia sangre”, dijo Padrón, al recordar los motivos que la censura esgrimió para sacar a sus personajes del diario en los 70.

El dibujante, Premio Nacional de cine 2007, señala que en Cuba “la crítica siempre fue como un insulto personal”, que en no pocas ocasiones ha ido acompañada de la letanía de que cuestionar algo es “darle armas al enemigo”.

“Hacías un chiste de médicos y todos los médicos se podían insultar, si hacías un chiste de un policía tenías que mostrarlo al Minint (Ministerio del Interior) porque, claro, podían ofenderse”, dice.

Kike Quiñones asegura que no se puede decir que los humoristas sean un “sector perseguido”, aunque “en muchas ocasiones hemos sido censurados y sobre todo ha habido escalones intermedios que han intervenido mucho”.

Lázaro Medina (Laz), tuvo que dar explicaciones a un “compañero” sobre las intenciones que le impulsaron a dibujar un chiste con el que quiso criticar el tratamiento que se hace del deporte en el sistema de información del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).

Foto de arriba: Platos de cerámica confeccionados por el humorista cubano Manuel Hernández (Manuel), reconocido exponente de la caricatura, quien decidió retirarse a su casa de Matanzas y cambiar el dibujo en los papeles por los motivos alfareros en artículos de recuerdo para los turistas de Varadero.


Mañana postearé mis puntos de vista, que no quiero marearlos con tanto texto.

Esto es un blog, no una cátedra.