Hace un tiempo estuve conversando con un caricaturista iraní en Baltimore, donde una batería de viejitos de clase media nos acribilló esa tarde en el auditorio de un museo con preguntas sobre Cuba y sobre Irán.
Al final tuve que plantar con el colega en un bar, porque coincidimos en que lo más jodido no fue lo que nos preguntaron, sino lo que NO nos preguntaron.
Fue para este servidor, Irán 101.
De vez en cuando leo en algunos blogs de cotizantes de la UPEC algunas cosas que van desde lo inocente con ignorancia, hasta la mala fe.
Se callan datos, escogen noticias, olvidan hechos, repiten como cotorras.
Pudiera entenderlo si estuvieran escribiendo para un periódico. Pero algunos, no todos, lo hacen desde el mismo blog donde hablan mal de todo el que le lleve la contraria al viejito sangrón.
El asunto iraní hace rato dejó de ser un mero reclamo de conteo de votos. Gran parte de ese Irán está hasta las narices de los clérigos, y se los están haciendo saber, pagando por ello en el intermedio.
El asunto cubano va por otro lado, y queda esperar que cuando un día la gente en el cayo pueda escoger dónde buscar su noticia y qué libro leerse, algunos de esos blogueros de entusiasta militancia lo tengan más difícil.
No van a desaparecer, porque van a gozar del pluralismo que tanto critican ahora, pero lo van a tener más difícil.