Hace un par de posteos atrás, Susana conversaba sobre la belleza interna, esa asignatura pendiente que siempre hay que cultivar, y que sirve de patente de corso o de bono sentimental, en dependencia del físico.
Aunque yo pienso que eso no se cultiva, y Susana coincidirá conmigo que eso es como la facilidad para bailar tarantelas con tonos marrón; se tiene o no se tiene.
Pero vale la pena buscarla siempre.
Arqueología figurativa más tarde, desenterré bocetos sobre el tema.
Este de abajo es el único dibujo que no rompí.
De los otros no me cuadraban sus bellezas externas ni un poquito, tan frívolo que se pone uno los martes.