Cual pregón farragoso, les traigo frutas de Matanzas. Betán me ha mandado su respetadísima versión de algo que ocurrió ya verán dónde. Y cómo. Aquí va.
EL RECIBIMIENTO
Debe saberse que el oficio de empalmador de correas es de vital importancia para el funcionamiento de las fábricas de azúcar de caña, pero al mismo tiempo tan raro y poco ejercido como el de peluquero de mamuts, al extremo de que en toda la región matancera sólo había un individuo que se dedicaba a esos menesteres. Por esa razón este especialista constantemente recorría los ingenios de la provincia para brindar sus inestimables servicios, de acuerdo con una programación preestablecida.
Era lógico, por tanto, que su visita era esperada con satisfacción y ansias en cada fábrica, aunque en esta ocasión el empalmador de correas no podía imaginar que le tributarían un recibimiento como el de aquella mañana.
Todo comenzó la tarde anterior, cuando al terminar su tarea de ensamblar las correas de uno de los ingenios, le pidió a una empleada de la administración que llamara por teléfono al ingenio que le seguía en la programación para dejar el aviso de que “prepararan las condiciones, pues a la mañana siguiente iba para allá el empalmador de correas”
Niños con flores, banda de música, comestibles, bebestibles y el personal administrativo vestido con sus mejores galas, las mujeres con vestidos de salir y los hombres de cuello y corbata, dieron la bienvenida al empalmador de correas, que no salía de su asombro.
Emocionado, ya estaba a punto de pronunciar hasta un discurso de agradecimiento, cuando reparó en una enorme tela que cubría la parte superior de la fachada principal de la fábrica de azúcar donde se leía en grandes letras rojas:
-Oiga, y me le da recuerdos a Elvira.
- Polaquí, paisana. Polaquí.
Me quedan más, y terminaré en un futuro post, para poder poner otras cosas un poco más serias. Serias, entre otras cosas, porque nunca debieron suceder. Me refiero a expulsiones de centros de altos estudios, no hace tanto, finales del 80 nada más.
Fue una de esas campañitas de "La Universidad es para los revolucionarios".
Yeah, right... Y una historieta aquí. Inspirada en una famoso dibujo del maestro Chas Adams, caricaturista del New Yorker en los 50', que no todos conocen como el padre de las criaturas que más tarde fueron llevadas al cine en el filme "La familia Adams". By the way, Raúl Juliá como siempre lo hacía. All Pro.
Se les aconseja cliquear sobre la imagen, o no van a poder leer un cazzo.