domingo, 21 de julio de 2013

2032 Naufragio


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Un libro es un libro hasta tanto no se pruebe lo contrario. Y bien lo sabe Enrique del Risco, que se arriesgó a hacerme el prólogo, del cual estoy agradecidísimo.

Y lo pego aquí, porque me gusta:

No sé por qué este libro me recuerda a aquella señora que me preguntó “¿Tú todavía comes carne?” con el tono de quien pregunta si uno todavía anda en el negocio de la trata de esclavos o el de la gastronomía caníbal. Como si el principal problema no estuviera en la obscenidad de vender o digerir semejantes sino en el anacronismo. Bueno, ahora me doy cuenta por qué este libro me recuerda la pregunta de la señora: porque si ella se encontrara con Garrincha le preguntaría “¿Y tú todavía publicas libros de caricaturas? ¡¿Y de náufragos?!” Pero no. Conociéndola como la conocí, aquella señora le hubiera preguntado a Garrincha de dónde sacó un apellido tan extraño. Que si era colombiano. “Porque mira que los colombianos tienen apellidos extraños. ¿No hay un presidente de apellido Orine?”. (Si me ensaño con la pobre señora es porque es menos una persona que un concepto y ni siquiera un concepto más o menos sencillo sino uno pesado, como el de existencia o como el de la Fuerza en la Guerra de las Galaxias). 

Y sin embargo, con toda su torpeza a nuestra señora no le faltaría algo de razón. Las historietas de náufragos son tan anacrónicas como comer carne y Garrincha está bien como sobrenombre para un futbolista brasileño de la época en que los campeonatos mundiales de fútbol eran un trámite formal antes de entregarle la copa a la selección verde amarela, pero no para un caricaturista cubano.
O sí.


Porque uno o se resigna al nombre que le pusieron sus padres o recurre al acto de inventarse un seudónimo que es como crearse un destino que cumplirá o no con más o menos suerte.  Y es que Garrincha se propone lo mismo que aquel futbolista imposible: multiplicar las posibilidades de la realidad y entre ellas escoger la más divertida. El Garrincha dibujante ha elegido el tema del náufrago con la misma alevosía con que el otro se ensañaba en la breve distancia que separaba las piernas de los defensas rivales, por la dificultad que suponía salir airoso. Como aquellos que todavía practican el soneto, nuestro dibujante prefiere la brevedad de los recursos del género –un hombre, una isla y, si acaso, unos pececitos hablantines- para conseguir sorpresas que parecerían inviables con tan pocos y tan abusados elementos. El truco de Garrincha –si es que truco se le puede llamar- es su escrupuloso respeto al lector: imaginarlo entrenado en la observación de generaciones de náufragos para sorprenderlo con uno radicalmente nuevo. Un náufrago desesperanzado casi hasta el cinismo, que convierte esa desesperanza en costumbre, en oficio casi. No en balde nuestro Garrincha es cubano, un gentilicio especializado en naufragios figurados y literales. 

Si John Donne decía (y Hemingway repetía) que ningún hombre es una isla, Garrincha parece decirnos que un náufrago está en constante peligro de convertirse en isla y que el sentido de su existencia es resistirse a esa confusión. Y en su caso, que es el del dibujante, debe hacerlo con imaginación, con muchísima gracia, con precisión, en resumen, con arte.    






Y tengo que agradecer al Ramoncete, que desafiando virus y horarios, me presentó el libro con palabras/retrato. Antropólogo y sicoanalista el muy Ramón.


GARRINCHA: NÁUFRAGO PRECAVIDO VALE POR DOS

Haber nacido en una isla no lo hace a uno un náufrago.

Pero nacer en la Cuba de la segunda mitad del siglo XX, y haber vivido el trasatlántico viaje a ninguna parte que es el sistema socialista de esa isla de aspirantes a náufragos y marinos, sí nos entrena lo suficiente para ejercer nuestra naufragilidad en cualquier parte del mundo allende los mares, y allende otros males. Marineros somos y en el mal andamos.

Recapitulo y recomienzo, me llamo a capítulo y enmiendo.

Debí comenzar diciendo: Haber nacido en una isla rodeada de cederistas, guardafronteras, agentes de la seguridad del estado, chivatos, envidiosos y vigilantes de toda laya, sí lo hace a uno náufrago profesional  per seculo seculorum. A menos que uno lleve las partes de su naufragio a otras partes del mundo, aunque no reclamen la ayuda de nuestros inmodestos esfuerzos.

Escapamos de un naufragio buscando el sufragio, que en el universo que rodea aquella tierra, sí parece ser universal.

Dijo un sabio que todo hombre es una isla. Y otro dejo entender, o lo entendí yo de esa manera, que todos hemos naufragado alguna vez en nuestras propias aguas, aunque hayan estado en un vaso. Todos somos náufragos y todos somos islas, algunas se conectan, y algunos somos islas con su náufrago ensamblado a bordo. Un náufrago bordado es nuestro santo y seña.

Islas y hombres aislados son, tal vez, lo que vamos encontrando a través de nuestros océanos, en una ruta imparable hacia ese mar mayor donde habita el olvido.

Ya lo dijo para la eternidad Jorge Manrique, sin mencionar a Daniel Defoe y al buen Robinson: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”.

Pero esta noche no nos hemos reunido a hablar de mí, ni de Manrique, aunque tal vez tengamos sentado en la memoria a Robinson Crusoe, que fue un hombre de un solo Viernes entre muchos días de la semana, en absoluta soledad.

Esta noche estamos aquí, con nuestro náufrago y nuestras islas, para formar un momentáneo archipiélago en torno a quien, a partir de este libro de historietas, se erige como el especialista más grande en variaciones de insularidades y naufragios: Gustavo Rodríguez, alias Garrincha, una especie de pensador de Rodin, sentado en una sola piedra –filosofal-  que es también una isla.

Él lo ha dicho a su manera, en una de las tantas variaciones: “El ser humano es una isla rodeado de lectores por todas partes”.

Garrincha habla desde su real naufraguez o naufragilidad, porque él es un náufrago que vive a orillas del mar y habla con los peces, aunque le pese.

Por eso, y durante diez años insulares, dibujó historias de un hombre solo, rodeado por “la maldita circunstancia del agua por todas partes”, que habla consigo mismo, con peces grandes y pequeños, con el sol, con una semilla, con el amanecer, e inclusive con Dios, que es otra manera machadiana de conversar con el hombre que siempre va con nosotros.

De cada historia surge una conversación –que no conversión, aunque también las hay- y viceversa. Pero algo curioso tiene ese náufrago que es muchos,  y a la larga sigue siendo el mismo viejo conocido: no solamente jamás pide escapar de su condición, sino que tampoco se queja de ser un náufrago durante más de doscientas viñetas.

Creo que la única vez que intentan rescatarlo, se niega, porque a bordo del barco no sirven pizzas, y Garrincha, o el náufrago, que llegan a veces a confundirse y fundirse, achaca esa renuncia de regresar a la supuesta civilización a “desavenencias gastronómicas”. No hay peor náufrago que el que se deja rescatar.


Mi amigo Garrincha, que a veces usa también el nombre humano de Gustavo, ha dejado escrito, y ha insistido en ello, que “leer historietas es de sabios”. Seamos todos sabios esta noche. Llenémonos de sabiduría y dejemos que él nos rescate en el velero que es desde hoy el libro “Náufragos”. Porque Garrincha ha hecho toda una antología, un censo de nuestros hundimientos más feroces, que nos ayudarán a salir a flote mañana.

Eso es “Náufragos”: una constelación de soledades inteligentes, un rosario de calamidades ingeniosas, que se convierten en historias de un hombre que puede moverse poco, sobre la poca tierra que le pintara Garrincha bajo los pies.

Y es también todo lo que nosotros creamos,  asidos a nuestra tabla de salvación del buen humor. Más de doscientas posiciones de naufragio, resultan, al final de todo, una especie de Kamasutra del naufragio.

Ramón Fernández-Larrea

Miami Beach, julio del 2013




Tengo que agradecerle al team de Cognitio Books que no solo ha creído que es buena idea publicarme, sino que lo ha hecho con mucha profesionalidad y rapidez. Para Irmghard y para Alejandro,  diplomas de oro.

El lanzamiento fue en Delio PhotoStudio y le estoy muy agradecido a su dueño Delio Regueral.
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A Naday Balbuena y Frank Donikián por su ayuda en temas de prensa, agradecimientos repetidos.

Abel Rodríguez y Yoliam ( y Janet), Osmín Martínez, Jesús Hernández, Sarah Moreno, Andrés Hernandez, Aliadna Cartaya, Diego Bas, Juan Manuel Cao, Félix Guillermo, Ernesto Morales y Frankie, Leo el chofer, María Laria, Lizandra Díaz, Isabel Espronceda, Janet Comellas, Alvaro Alba, Juan Juan, Alexia, Andrés Reynaldo, Idabell y Armando, Alejandro Armengol, Alcibíades Hidalgo, Olga O'Connor... gracias miles a todos y todas.

Quiero agradecer a toda la gente que divulgó, compartió y regó información del evento. Desde sus blogs, su Twitter, su Facebook. Y los que arrastraron gente al evento.

Yosi Ann, que manejó desde Michigan... you rock, girl!

Y Anechy la coleccionista too.

A la gente del Nexus Digiprint por su apoyo moral y logístico: Manuel Gejo, Enrique Torres, Javier Mérida, Gustavo Mora.

Antonieta, Panchito, Patry la Negra, Amelia y Graciela, José Luis Anton José (Goyito voz de trueno) Gregorio... todos ustedes están propuestos para Premio Nobel.

A mi family: Five stars!

Y la Lis... Beso con medalla de oro.






Aquí está la entrevista con Juan Manuel Cao en su programa El Espejo

Aclaro una cosa: Por alguna razón, utilizaron de video de fondo los animados Guamañangas, cosa que me place y me honra, pero no quisiera atribuirme tangencialmente la autoría de los mismos, ya que se infiere que el material humorístico presentado es de un servidor.

No es así.





H/T Jorge Gautier.




El libro se puede adquirir aquí.

Tanto en la versión de papel como en soporte digital.












  





El que tenga más fotos del evento, que mande.


My man Alexis Romay, Hall of Famer.

Balbuena, muchacha Hall of Famer.

El dedo es del Yonks, la foto la hizo Merida, la de Brave.

Karen Estrada Leyva, Hall of Famer in bluegrass country.

Ernesto Morales, Hall of Famer.

Yosi Ann. Zumba Queen y Hall of Famer.

Zoe Plasencia.

En Facebook le puse mal su nombre. En cuanto la peña martiana me lo confirme, lo pongo aquí.
Anyway... Hall of Famer!

Firmando el de Adianez, colecccionista veterana.

Si no está el banner en la puerta... yo no sé, yo no puedo entrar.

El gran Luiggi Andarizzio de otra historieta, pero que responde al nombre de Luis Alfredo Andarcia, del team de BeArt too.
Hall of Famer!

Ramón Fernández-Larrea, poeta, escritor, humorista, antropólogo, presentador...
Ya sé, hay varias redundancias.


Novia bonita, Diana Ramírez y Pedro Valdés.

Regina, el Tykes, Ale, Anita et moi.

Con parte de la peña martiana, my girl Karelia Alvarez.
Hall of Famer!

Herrnán H., Pong y Leyser Martínez.

My man Marcus y Janelis Langaney.
Hall of Famers!

Delio Regueral, Omar Santana, Patricia Herbello, servidor y novia bonita.

Con Antonio Vázquez.
Hall of Famer!

Ley Martínez, Alfredo Pong, Omar Santana, Patry, Rebeca y Arístides.

Con Ernesto Rosales y Norkita.

Con Antonieta, Panchito y una novia bonita.

Irina Machín y Alejandro.
Hall of Famers!

La Negra, Pong, Delio Regueral, Omar Santana y Arístides Pumariega.

Ni Luis Simpson ni yo estamos curdas.

Diana la de Lola, el Peter y Robert Scala.

Pedro Valdés, Diana Ramírez Anaya et moi.

Una novia bonita y yo, en plan intelectual.

Anechy, que vino desde las Carolinas. Hall of Famer y coleccionista de antaño.

El Santo, el Yeyo y servidor.

Con Raúl de la Nuez, Hall of Famer.

Ernesto Rosales y Luis Simpson.
Alfredo Pong al fondo.


Con Alejandría Artiles and my man Bobby.


Amelia J. Carrillo Vivas, muchacha bonita, chévere y tremenda chef.

Nunca tuve claro si el Hulk se ponía bravo o le entraban ganas de cagar.


Docampo, Hall of Famer.

Con la super Karina Mateus, de BeArt.

Con Michel Limia, Hall of Famer.

César Borrero, Goyito, servidor y Antonio Artiles.