CITGO viene desde hace un tiempo participando en el Desfile de la Hispanidad en Nueva York. Creo que se así se llama el evento. Cheo que no da más, pero igual se hace.
Ellos quieren participar con una carroza que sea un barco petrolero, y por aquí ponle unas torres de petróleo. Pero unas torres, no jodas, que parezcan de verdad. Y un puente, hazme un puente que vaya de torre a torre. Y que se vea que es un puente, no una entrada de cafetería de funeraria. Y al fondo de la carroza ponme una bola del mundo, y unos lemas. Y estas fotos por los costados. Pero fíjate, yo no quiero un barco petrolero encaramado encima de la carroza. No. Yo quiero que la carroza sea un barco, que es la solidaridad del pueblo venezolano con los pobres norteamericanos.
Del carajo. A veces me parece que estoy trabajando pa la UJC y se me va a aparecer Carmen Rosa con más cambios carroceros.
¿Y saben qué? En questo paese hay un montón de pobres que cada invierno se congelan hasta el culo porque pagar la calefacción cuesta un huevo and the other half. Y en eso llegó el doctorrrrr manejando un cuatrimotorrrrrrr. CITGO, por inspiración chavista, provee de heating oil a familias pobres, con campañas y todo.
¿Y a quién tienen que darle las gracias, quién es el héroe de la tarde? ¿El gobierno? ¿El político de la comarca? Pues no. Las palmas son para Chávez. Pero las petroleras de questo paese son muy arrogantonas y jamaliches para ganarse puntos con unos arrabaleros si les dan tín de combustible para calefacción. Quien hace el agosto es Caracas.
Del carajo, ¿no?
Mientras tanto, yo hago mis bodrios de carrozas.
Y bueno, unos anélidos voladores, para que luego no digan que yo no oigo insinuaciones ni pedidos.
Mierda, las 4 y algodón de la mañunga.
Hasta más ver.
Ichikawa acaba de comprar el Diario de las Américas, y ha dado con algo. No se sabe si es una licencia poética del redactor, un enderezamiento subliminal del corrector o la polisemia con pelo suelto y carretera. Ustedes dirán.
Un sorbeto, por el amor de Deus.
Un socito en el cayo me ha mandado un tékzto que no me extraña esté dando tumbos por muchos correos electrónicos por ahí. Lo recibí, lo leí y lo reboto aquí.
Me parece que el autor, a quien no conozco personalmente, arma un pataleo más que válido, y si por estos lares su tono o tramos del técsto parecen comedidos o ingenuos, es porque no creo que el autor pueda tirarse con la guagua andando y cagarse en la madre de alguien o álguienes allá como amerita el asunto. Y bien lo sabe la vieja cañada.
La burla de opinadores fuera de Cuba hacia las tibias o contenidas críticas que se escriben o se generan desde aquella orilla muchas veces son injustas, porque desconocen el entorno y las presiones en las que el implicado se encuentra. Pero eso da para otro posteo. Qué digo posteo, para otro blog.
¡Métele, Rufino!
¿Por qué, cubanos?
El amor es ciego, pero el estómago no. Política cultural y mala leche; guión y puesta en escena: ¿Adónde vamos?
Juan Carlos Redoba
2007 pasará a la historia cultural y social cubana como el año en que la gente decidió dejar de callar. No bien terminada “la guerra de los correos”, transcurrieron apenas unas semanas para que se encendiera otro debate abierto que tiene como soporte la vía electrónica. Dejar de callar no ha sido sinónimo de una postura anárquica, del mero aleteo propio del náufrago desesperado, o de la catarsis adolescente que al confesar, duerme. No. En estos meses se han discutido cuestiones determinantes para la agenda que informará el futuro de este país.
Como parte del debate actual, o tal vez de forma tangencial a él, escuchamos las palabras de Eliades Acosta, encaminadas a conseguir una sociedad más participativa, más descentralizada, más “vocal”, en el sentido de que la gente se pronuncie y se escuche, sin represión y sin reservas.
Vemos que el diseño de la política cultural de la Revolución sigue siendo coherente, bastante irrefutable. El problema está en que una cosa es la chiva y otra, los veinte pesos. O, como gustaba recordar Gutiérrez Alea: El guión del socialismo es perfecto, suena precioso; el problema está en la puesta en escena.
No son pocos los ejemplos que demuestran cómo, en el diario bregar de la cultura, las instituciones niegan la lucidez y la apertura con que se sigue expresando esa política. Y ello es triste, porque varios creadores llegan a pensar entonces que política cultural es intercambiable con parole, parole, parole, y no con la resolución concreta de los problemas concretos.
Un ejemplo: la Televisión Cubana acaba de vetar la transmisión del video Mala leche, que para el tema musical homónimo realizara el compositor y cantante Nassiry Lugo. La razón fundamental parece ser que la Televisión no quiere contravenir la decisión que tomó alguien, evidentemente de forma presurosa e irracional, en la dirección de la Radio. Entonces, el ICRT no quiere devenir una suma de contradicciones: si “alguien” de la radio (una instancia o entidad imprecisa y vaga como el vapor) dio como no transmisible el tema de Nassiry, ¿cómo la Televisión va a pasar el video? Esto, en el escenario de un programa tan prestigioso como Lucas, que acaba de cumplir toda una década de valorización del género, y que ha supuesto una atendible alternativa lingüística incluso para la propia Televisión. Se han escuchado los criterios del director y el crítico del programa, ambos intelectuales con la Distinción por la Cultura Nacional, gracias a muchos años de tenacidad en la defensa y el beneficio de nuestra cultura, pero al final de poco han importado. La consternación del artista tampoco ha servido de mucho.
Quizás no sea yo, realizador con escasas horas de vuelo, apenas tres videos realizados, el más indicado para compartir con ustedes estas ideas. Pero lo cierto es que pasan semanas y semanas, y por mi proximidad al espacio, he sabido que se aplaza hasta el infinito una respuesta razonable al problema. Sé que la gente del programa ha preferido discutir el asunto al interior de la institución, pero, como desde afuera me percato de que al interior de la institución significa callen para siempre, quisiera compartir con ustedes estas reflexiones.
Mala leche se inserta en el CD Alma sin bolsillo, el que, por consenso de la crítica, viene a ser el disco de madurez de la agrupación Moneda dura. Este disco incluye temas tan excepcionales como Y no hago nada, donde el personaje vocal de la canción, el propio Nassiry, yo mismo, o posiblemente quien en este minuto lee, se confiesa impotente frente al mercadeo de la carne. Y no hago nada resulta el testimonio hermoso, vibrante (“mi amor es ciego, pero tu estómago no”), de la impotencia que sentimos de pronto todos aquellos cubanos que crecimos con atención a un grupo de valores, también para nosotros sagrados, y hoy comprobamos que el amor puede valer cinco dólares, o quince, o treinta, o cincuenta. Ella al final se va a marchar, y “mi amor no puede pagarte un avión; mis manos no pueden alcanzar tu ilusión…Y no hago nada”.
El video Mala leche, por su parte, ha sido estimado, con prontitud, por los especialistas más cercanos al programa, como el video más importante y rotundo del también realizador Nassiry Lugo. En un momento en que la radio transmite los surcos más “problemáticos” del disco, algunos de los cuales integran ya los hits parades, en una política inteligente que naturaliza la crítica como ese proceder que contribuye y mejora las cosas, llama la atención el ensañamiento con un tema como Mala leche, que, al lado de los perfectamente radiables, resulta incluso medio ingenuo. Evitando las contradicciones, el ICRT incurre en las mayores paradojas de su historia.
¿De qué va Mala leche? Por encima o por debajo de todas las descripciones puntuales, el tema tiene dos ideas básicas: a las cosas que no funcionan socialmente no les adicionemos, por favor, el mal trato y el atropello. Y dos: coño, si somos cubanos, si alimentamos un proyecto que se quiere superior, en bien del hombre, ¿por qué no nos tratamos como hermanos, y hacemos aflorar lo mejor de nosotros, de nuestra tradición de solidaridad, de fraternidad? El cantante llega a confesar que le late el corazón, de modo muy especial, y emotivo, cuando le dicen cubano. El tema lo que suda es nobleza, todo el tiempo.
¿Quién puede negar que la mala leche efectivamente nos hace mucho daño, social y éticamente? Sólo aquellos enternecidos con el modelo feliz y falaz del realismo socialista, para el cual el mundo se podía estar cayendo pero igual, no pasa nada, este es el mejor de los mundos posibles. Sólo los asalariados dóciles que repiten la felicidad rosa, hoy incierta entre nosotros y en todas partes del mundo. ¿Alguien puede explicarme por qué la nobleza y el afán de contribución de Mala leche son “contrarios a la política cultural de la Radio y la Televisión”?
No sé si me estaré volviendo un necio, no sé si a fuerza de pensar con cabeza propia me he convertido en un “traidor”, pero no creo que sea esa política de exclusión la que ayude ahora mismo. ¿Vamos a convertir a Mala leche en el próximo PM, aquel documental ingenuote estigmatizado en los años sesenta, y que hoy, al volver a verlo, lo que nos da es gracia? ¿Estamos ante el nuevo PM? Ya la gente busca denodadamente Mala leche; trata de grabarlo por su cuenta y riesgo. Claro, porque el que prohíbe, sobre todo el que prohíbe con argumentos primarios y falibles como la espuma, lo que consigue es desatar una verdadera avidez por el motivo de la sustracción. Estamos convirtiendo a Mala leche en un héroe contrario, secreto, extraño, prohibido, cuando pudo ventilarse entre nosotros, con el debate nuestro, a ver si extirpamos toda esa mala leche que nos lacera e inhibe lo mejor de nosotros. Nassiry Lugo ha visto transitar a Mala leche del afán de aportación crítica al estigma y el demonio.
Por cierto, a lo largo de estos diez años, no es el primer video satanizado a la primera en la escena de Lucas. Trabajos muy interesantes como La pelota de la suerte, Levántate y anda, o Problema, fueron prohibidos en su día. La pelota… fue censurado porque, aguanten la carcajada, aparecía una pelota azul con estrellas amarillas, y entonces se estimó que el clip era una loa a la Comunidad Europea, en un momento en que las relaciones con Europa se hallaban enrarecidas. ¡Qué terrible para los realizadores el hecho de que el día en que el productor fue a la tienda, sencillamente a comprar una pelota, cualquier pelota, nuestras shoppings vendían una loa a la Comunidad Europea, todo un objeto semióticamente subversivo! ¡Qué desdicha! En el caso del segundo, la no-razón fue la siguiente: en él pelean un perro negro y un perro blanco. Sí, por eso. Parece una sinrazón kafkiana. Pero en el tercero, sobre todo porque el rapero, René, decía en algún momento: “Cabrón, cabrón”. Sin embargo, pasaron los meses y al menos uno de esos tres videos pudo ser rescatado, se estrenó y criticó debidamente en el espacio, y al término del año fue premiado entre los más significativos. Los otros dos permanecen en el silencio sospechoso, y lechoso, donde ahora clasifica, extrañamente, Mala leche.
Y conste que los realizadores nos hemos enterado de estos “argumentos” a nivel de pasillo, pues, que yo sepa, el programa nunca ha recibido razonamientos atendibles al respecto. Y nos preguntamos: ¿Cómo un acto de censura, absolutamente desconsiderado con los realizadores, con las disqueras, con los espectadores, absolutamente irrespetuoso; cómo un acto de violencia tal frente a la expresión natural y la circulación de las ideas puede no explicarse siquiera, en otro acto de despotismo y desconocimiento de la gente que trabaja con entereza en este país hace tantos años?
¿Por qué, cubanos? ¿Por qué torcemos lo que es diáfano y bueno? ¿Por qué les volvemos los días más difíciles a quienes hace mucho tiempo que fundieron su suerte con la suerte mayor de nuestro país y nuestra cultura? ¿Por qué esta mala leche contra la creación genuina que sencillamente da la espalda al triunfalismo y la paleta rosa, para abrirse a una visión del mundo sustentada en el beneficio de la polémica, la discusión, y la verdad entrevista por todos? Alguien puede explicarme, cubanos, ¿por qué?
Ojalá estas reflexiones lleguen al buzón de Eliades Acosta, o al del Ministro, a ver si nos tiran un cabo.
Habría que preguntarles:
Así, con la censura doblemente irracional, ante la que no pasa nada, ¿así es como vamos a levantar una sociedad más participativa? Nadie responde al realizador: ¿Qué puede estar pensando Nassiry Lugo en este mismo momento? ¿No lo estaremos invitando, con la necedad y la obcecación, a que se pague un avión?
4 comentarios:
Bueno pintor, el correito tiene tela. Parte de premisas ingenuas, aunque de alguna manera ciertas. Transpira demasiada ilusión...
Lo que sí me parece atendible, es la problemática que se forma alrededor de la conducta de algunos directivos medios. Muchos de estos personajes, en tiempo de soltar las riendas por su cuenta, se ofuscan por temor al superior, y se pliegan a los comentarios impositivos de cualquier secretario del núcleo.
La capa media cubana, esa parte de la sociedad con determinado status, y algo de poder local, parece demasiado conservadora. No tiene perspectiva para reconocerse como imprescindible para los nuevos tiempos.
no te falta razón, caminador.
para nada.
en un texto de este tipo y con ese tono pueden haber dos cosas, creo yo:
como dices, la capa media cubana con determinado status ( y te juro que no sé si es el caso del director de marras) no hace ola por abulia, desconocimiento o conservadurismo chato.
o porque quiere cuidarse.
o por las dos.
en todo caso, advertí que es muy diferente redactar esa carta en el cayo a redactarla en otras orillas.
allá en el cayo una carta como esa pasa por pataleta de la buena, aquí la vemos como tibiecita, sobre todo por esas llamadas a la razón algo monjiles como
"¿Por qué, cubanos? ¿Por qué torcemos lo que es diáfano y bueno?"
lo que no quiero es que diluya la razón del berrinche.
Aquí tienes lo que pienso de todo este asunto.
Joder el video está buenisimo, no me extraña que lo hayan censurado jejeje demasiado revolucionario (en el sentido real de la palabra) Aquí les envio el link a el video que por supuesto ya está posteado en Youtube.
http://www.youtube.com/watch?v=2j-THYa5z1Y
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