viernes, 7 de septiembre de 2007

El tiempo arrasa

Quién me lo hubiera dicho. En el cayo yo mataba con estas manos-las-mismas-de-matar con tal de echarme un juego de football, no importaba si era de colegio, profesional... lo que fuera.

Ese mismo empecinamiento enfermizo (algunos lo llaman fanatismo, pero yo estoy por encima de esas cosas) fue el que me hizo convencer a Guido (Accesorio) Marrero (que en paz descanses, bro) para que le pusiera cuero nuevo a un balón Spalding que sobrevivió milagrosamente en la jungla de atrezzo del ICRT, y armar el piquete que devendría en un efímero equipo de football a lo macho: sin cascos, sin hombreras, sin libras.

La NFL perdió su franquicia de yute.

Aquello era entusiasmo a pulso. Con el Miki (no el Polaco, ese vino después) fui a ver a los Cossío que habían jugado football en Canadá y con ellos vinieron sus primos, sus amigos.

Los míos tuvieron que aguantarme la fiebre. A los que no convertí, me miraban con lástima cada vez que yo los rectificaba medio zoquetamente:
"Rugby no, football"

Del carajo. Fueron muchas cosas en apenas cuatro años.

El Peláo, que enseñó la T formation (¡La T en el 86! Say what...?), Miqui el Polaco que trajo a un bulto de excelentes atletas, incluido a su difunto padre que nos cojoneaba en los juegos cuando metíamos la pata. Fuentes, que nos dejó practicar en la Universidad y nos conectó con los antiguos atletas Caribe.

El embullo. Los viejos futbolistas que iban a vernos, las promesas de unos equipos y uniformes que nunca aparecieron, los idiotas, confundidos o pobres diablos que pensaban que aquello era un diversionismo ideológico, los forzudos que fueron un día a jugar y al primer tackle se fueron del aire, las colas para ver los videos que el padre de Alejandro le grababa en México, estudiarme toda Sports Illustrated que se me cruzaba, los juegos "oficiales" en el Abrantes ...

El Guido (¿quién si no?) fabricó unas hombreras con el plástico de unos tanques de manteca y unas lonas. A mí me hicieron unos pantalones con unas almohadas en las rodillas y en los muslos que parecían una galletica dulce con defecto.

Los juegos. El primero se lo ganamos a unos atletas del Fajardo, que por suerte se aparecieron sin dormir y medio borrachos por una fiesta el día anterior. En el segundo juego no hubo misterios. Nos dieron hasta con el cubo.

Y el declive. La gente que se cansó de esperar el apoyo de la UH, los que se fueron graduando y complicando, los que le quitaron el pie y no estaban para seguir dándose trastazos los fines de semana. Se fueron poco a poco.

Me costó unos cuantos domingos de estar desde por la mañana hasta por la tarde en el Abrantes o en la Ciudad Deportiva esperando a que llegara alguien para jugar. Uno es así de ingenuote, como el personaje de la canción Muro de Carlos Varela.

Recogí mentalmente los guantes, cabalgué hacia el ocaso sin pasar a recoger mi reloj de oro del retiro, seguí con el balompié, ya no le rectificaba a la gente cuando me decían que yo jugaba futbol rúbi y me resigné.

El Klecko y yo recordamos aquellas maniobras de cortejo a Mary, la médico de la familia de casa del Fide (santo varón) para que nos dejara ver el Primetime de ESPN los domingos per la notte.

El Fide, que es un fan de Buffalo, supo lo que era tratar de agarrar una transmisión de una radio de Miami durante un Superbowl encaramados en una azotea. El mismo Fide que me regaló un casco de los 49ers hecho en yeso por mi cumpleaños, y el mismo que hizo lo humano y lo divino para colarnos en casa de su doctora y ver el ESPN robado a la señal de servicio a los hoteles, cortesía del marido de Mary.

Man, cuando nos veían llegar temblaban. Y el Fide, un tren de diplomacia y saludos y cortesías, porque se imaginan que en la casa querían ver una telenovela y nosotros, de sapo piloto. Yo creo que nos toleraban porque íbamos con la alegría de un escolar sencillo.

Siempre hemos brindado el Fide y yo porque algún día vamos a ver un juego de verdad, como Deus manda.

Y todo esto viene a cuento porque hoy, asqueroso ser que soy, he estado viendo la apertura de la temporada, un New Orleans- Indy y en el medio tiempo me he levantado a dibujar. Así, como si nada, tan primermundistamente, como quien está de vuelta de todo y como Pilar-yo-tengo-más-en-mi-casa.
Bullshit.

Si el Fide lee esto tragará en seco el dolor de mi bajeza. Espero que la Lis quiera ver el próximo Superbowl conmigo ("¡Dale, corre, corre... ") y que Abel me acepte de huésped aunque le vaya en contra a esos Dolphins. Espero que no cambie la entropía.

Sorry, bro.




6 comentarios:

Infortunato Liborio del Campo dijo...

TE ESTAS HACIENDO UN ESCRIBIDOR

Garrincha dijo...

yep.
debilidades.
gracias, lib.

Anónimo dijo...

Mucho sentimiento macho. Me calaste. A unos cuantos, creo.

Cada uno tiene sus propias claudicaciones, su modorra y conformidad. Y no siempre nos da vergüenza.

Garrincha dijo...

qué decirte, caminador.
todos llevamos en el alma la bayamesa.
la culpa de ese hijueputa de joe montana y el jerry rice de los cojones.
hut, hut, hut!

varela blog dijo...

Le Garrixzck... eres un cabron de la vida. Me tire al piso con el politicastro hablando con su media 'Darth Vader' (..."my son"...) alabao compadre... se te ocurre cada idea... si no vieras futbol y no oyeras musica, estuvieras en la Casa Blanca...
Abur

Ivis dijo...

Bueno ese título, Garrix, por verdadero.
Saludos.