Barry David Sanders no había llevado su felino centro de gravedad ni siquiera a Oklahoma State, cuando ya Gale Sayers mandaba gente a consultas de politraumas.
Aquí me quemó a los 49ers sin miseria, pero a la poesía en movimiento se le aprecia y se le celebra como es menester.
Y no me importa si lo puse ya, pues advertí que con el football no se juega.
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