miércoles, 24 de octubre de 2007

Suena Caracas


Leo que muchos estudiantes en Caracas andan arrechos y protestando. Y en Penúltimos días de paso lamentan que los cubanos han sido muy dóciles últimamente, mientras que algunos comentadores se defienden, supongo que como ex alumnos.

Lo de la criticada falta valor de los estudiantes ( y de toda la población, dejémonos de bobadas) es algo incómodo de tratar. Uno no sabe si echar mano a otros argumentos como el de la ignorancia, la desinformanción generalizada (que son formas de conformismo a veces) para evitar el buche amargo del cartel de "cordero".

Hasta se podría sacar el tema de que es muy lindo burlarse y cuestionar a los cubanos del cayo cuando se está afuera y a buen resguardo. Pero eso solo sirve para que los que se sientan aludidos nos agiten en las narices su curriculum de disidente, y supongo que con todo derecho, el que lo tenga.

Pero igual de incómodo es enfrentar el enigma del corderismo, la logia del "bend, but don't break", la hipocrecía altiva y el darle jabón a todo, para poder escaparse o sobrevivir.

La culpa de todo la tenemos todos, creo yo.

So fuck off, criticoides.

Y me alegro por los protestones estudiantes de Caracas, no me importa cuán románticos o manipulados sean, que al fin y al cabo, las dos cosas se tocan a veces. Pero coño, ta bueno ya de puyitas, porque al final, todos los cubanos (los listos, los comemierdas, los locos, los brutos, los iluminados, los honestos y los camajanes) somos los que nos vamos a tener que comer con papa de una manera u otra lo que pase en el cayo. No importa si vivimos en Ranchuelo o en Arizona. En algún momento tenemos que tomarnos en serio.

Tirar curvas no garantiza una nación decente. Pero echarnos con el rayo a destajo... creo que menos.

En fin, el mar.


Esta ilustración, y la que abre el blog es del norteamericano residente en Londres Phil Hale. Sus temas y sus texturas me recuerdan a un Brom algo descafeinado y más agresivo componiendo. El tal Hale lleva veneno, el muy hijueputa.


Y para cerrar, una senza parole.

lunes, 22 de octubre de 2007

La universidad es de los revolucionarios.


"... Imponer al alumno Fernando Rodríguez Rodríguez la medida disciplinaria de expulsión de la Educación Superior, según lo establecido en la Resolución No. 200.84, artículo 37 inciso a)..."

Así empieza el segundo folio del acta redactada en el ISDI el 1ro. de junio de 1993, en al Año 35 de la Revolución.

No se murió nadie, nadie se desmayó, ni se cayó el techo ni se lloró ni nada. Todo normal. Otra campaña esterilizadora, otra derrota para las fuerzas del mal dizque socavan los recintos de estudios superiores en el cayo.

Y ahora, yo pregunto: ¿Para qué? ¿Para qué ha servido todo eso, aparte de para joderle la carrera a mi hermano y a otro amigo? ¿De qué va a servir la Batalla de Ideas? ¿Para alargar la agonía?

En el ISDI, y en Educación Superior en general, se han graduado profesionales de prestigio y talento. Pero también su mequetrefe mediocre que ha sabido mantener su perfil bajo y cumplir con la FEU, la UJC, los CDR, et al.

Contrario a lo que piensan muchos rígidos de
cerebro -en Miami y en otras partes- para estudiar en la Universidad en Cuba no hay que ser militante de la UJC. Es más, hay algunas especialidades donde el aval político es secundario.

Pero no te me pases la carrera burlándote de los discursos del comandante, ni tirándole curvas a las reuniones de la FEU, ni burlándote de los dirigentes socotrocos porque eso sí que no va, mi socio.

Tal y como le dijo una profesora a mi hermano en aquel día de sanciones, era preferible graduar diseñadores mediocres que diseñadores contrarrevolucionarios.

Yo sé que historias como esa han pasado en el cayo, y peores también. Pero, coño, yo sigo preguntándome: ¿De qué va a servir tanta politiquería? ¿Tanto cuidar una ideología que no ha hecho otra cosa que dar bandazos y cobrar víctimas como otra cualquiera? ¿Con qué cara se va a criticar al que haya dicho: "Si no estás conmigo estás contra mí"?

Cuando pasen los años, ¿de qué va a servir la vigiladera, el miedo, la delación, la confusión, el silencio por conveniencia? Lo digo porque yo me callé mucho y me hice el comemierda muchas veces, y no me hace ninguna gracia. Pero yo he tenido suerte. Otros no.

En "Video de Familia" de Humberto Padrón, la escena final muestra a los protagonistas abrazándose en plena catarsis, y de fondo, Carlos Varela machacando que no sirvió de nada, dee naada...

A ver si toman nota los pobres diablos que quieren cuidar no sé bien qué.



(El fede me mandó la foto. Tampoco él sabe el autor)





En Liboriolandia, un par de reflexiones sobre nuestro himno nacional. Ese que en los actos todo el mundo canta bajito y con pena.

domingo, 21 de octubre de 2007

Lo que el viento no puede llevarse


No quiero pasar por listo ni absolutista, pero somos unos ignorantes. Proyectos fabulosos flotan alrededor de nosotros y no les hacemos swing por falta de suerte o gracia.

Hace ya un mes me tropecé con el libro Arrival, escrito, dibujado e investigado por un tronco de dibujante australiano llamado Shaun Tan.

Impresionante.

Arrival es una novela gráfica sin palabras que toca el tema de la emigración, el desarraigo, la guerra, la ciudad, la familia y la amistad. Y más cosas, me temo.
Pero el alarde visual es llevado con gracia, y hasta humildad.

Cuando yo sea grande yo quiero resolver así.

Cualquier comentario mío es café aguado comparado con lo que puedan encontrar aquí.

Lo dicho, impresionante.


Muchas veces, cuando escribía para Understanding Chaos, me salían estos personajes de dos viejos locos, sordos y protestones. Me salían en la sopa, y criticando los discursos de Meodore con consignas del Mayo del 68, confundiendo todo lo que decía.

Antes de irme para Orlando no aguanté más y me salió esto:

Con el viejo no tenía problemas. Pero la viejita no me cuadraba. Primero porque era un híbrido entre Marie la mamá de Raymond y un vampiro de Padrón. Excelentes personajes por separado, pero muy mundanos para una izquierdista loca y de café, y valga la redundancia. Y la verdad, la verdad, el dibujo estaba inseguro y flojito cantidad. La mesa cambiaba de tamaño, la ropa de la vieja no tenía personalidad, el pelo era un desastre y para colmo, no parecía tan vieja.

Retorno de Oslándo y asumo la tareíta con fervor revolucionario.

Primero, el fondo.

Algo que dé aire libre, una city cualquiera y el mínimo de ruido. Y como soy algo sádico, le quito protagonismo, para no hablar de reordenar la distribución de los elementos del fondo y que no me queden tapados o descolocados cuando los use de escenario.

Como verán abajo, tuve que mover cosas, pero... voilá!


Sus espejuelones de bibliotecaria, su sweater negro y bohemio, y flaca, como corresponde.

A lo mejor sigue cambiando.