
Mi suerte y mi desgracia fue que lo primero que oí de
Deep Purple fue
Highway Star, que como la ciencia ha demostrado, tiene el solo de guitarra que envidian los mismos que se burlan del riff de
Smoke on the Water.
O sea, casi todos los guitarristas.
Tiempo mediante, vine a conocer la obra de Ritchie, el inmetible.
Tronco de guitarrista donde los haya, cuyos caprichos creativos lo han puesto a veces en lugares bastante cuestionables.
Pero quedarme embobecido oyendo
Highway Star fue mi iniciación en el rock duro, y la infantiloide razón de que yo alineara con el Purple en aquellas cuasi mongoloides guerritas entre seguidores del
Zep y
Deep Purple.
A mi favor debo agregar que mientras esto ocurría, había quienes eran
fans de Barry Manilow.
So there.
A Ritchie, que le debo un mundo.
Y a Humberto Manduley, él sabe why.
Y a Otto y a Miguel Gustavo, ambos sobrinos del Ritchie. Y al Fede, que me ha pasado con calma y con desinterés materiales roqueros más allá del bien y el mal.
Y ya.
