domingo, 11 de noviembre de 2007

Jorge Fernández Era

Hay veces que uno se vuela el turno del posteo por razones varias, que van desde una tiñosa de pincha hasta una cagalera. En estos casos, uno mismo se pone ausencia injustificada.

Pero hay líneas al posteo que joden más que otras porque se dejan pasar oportunidades no muy repetibles. Ayer fue el cumpleaños de un socio del que habrán leído recientemente en varios blogs.

Tengo aquí un texto suyo que sirve de atrasado
happy birthday para Fernández Era y de buena lectura para todos, amiguetes.

Un abrazo, brother, y feliz no-cumpleaños.


NUESTRO HÉROE

–“En este local, donde estuvo la tienda La Media Naranja, nuestro héroe compró un par de medias el 11 de noviembre de 1954, diez horas antes de emprender la gran acción de su vida”.

–Está bien redactado, pero ¿qué trascendencia tiene comprar un par de medias? ¿Tú sabes cuántos debe haber gastado ese hombre en su vida?

–¿Qué pasa, cuadro? Parece mentira que un tipo como tú, tan fogueado en la lucha, cuestione la procedencia de colocar o no una placa en homenaje al prócer local. Imagínate qué hubiera sucedido si no se compraba un par de medias nuevas, si las ampollas mellaban su talón de Aquiles. ¿Hubiera podido partir a su batalla crucial? ¡Coño, tener que oír que ese hecho no tuvo trascendencia! Acuérdate que el mes que viene nos chequean el cumplimiento de la tarea 50 Aniversario y debemos tener al menos diez acciones en homenaje al patriota.

–Lo sé, pero ¿por qué cinco de las diez tienen que ser placas conmemorativas?

–Porque una placa queda para las generaciones futuras. Efectúas un acto y al otro día, cuando los participantes entregan su Bono de Asistencia, se olvidan de que pusieron un pie en la actividad. Sin embargo, una placa está ahí, firme, inconmovible, y la van a leer tus hijos, tus nietos, tus biznietos…

–Mientras se usen medias, porque el día de mañana, cuando se invente otra cosa, la gente ni entenderá lo que dice el texto.

–¡Qué conflictivo te me has vuelto! Mejor abre las entendederas, que te voy a dictar la segunda:

“En esta casa, donde se hallaba el Registro Civil del pueblo, nuestro héroe solicitó y recogió una inscripción de nacimiento el 11 de noviembre de 1954, ocho horas antes de emprender la gran acción de su vida”.

–¿Ves lo que digo? ¿Qué importancia tiene esa trivialidad? No sé en aquellos tiempos, pero en mis cuarenta y cinco años yo debo haber solicitado, para trámites oficiales, una docena de copias de mi inscripción de nacimiento. Si de pronto doy la vida por la causa, no va a alcanzar el bronce para rendirme homenaje.

–Voy a ignorar, para no meterte en problemas, tu análisis simplista y estereotipado. Si has leído un poco de Historia de Cuba, sabrás que meses después el Registro Civil ardía producto de un sabotaje y que gracias a ese documento, que se le encontró en el bolsillo izquierdo de la camisa después de ser abatido por las balas, se ha logrado esclarecer su fecha de nacimiento, pues sus padres, como arrastre de viejas rencillas matrimoniales, nunca se pusieron de acuerdo respecto al día en que lo trajeron al mundo. ¿Te imaginas el vacío historiográfico que se hubiera creado de no ser por la previsión del mártir?

–Me rindo. Díctame la tercera.

–“En esta Estación de Trenes nuestro héroe reservó pasaje para La Habana el 11 de noviembre de 1954, cinco horas antes de emprender la gran acción de su vida”.

–¡¡No, ya es demasiado!! ¡Se sabe que el tipo tenía a casi toda su familia en la capital! ¡Así será la cantidad de pasajes que reservó, sobre todo desde otras provincias, pues desde pequeño ni vivía en este pueblo!

–¡Pero este pasaje no tuvo regreso! ¿Entiendes el simbolismo?

–…Transijo, porque siempre me han gustado las metáforas. Dime la cuarta, que estoy loco por soltar el muerto a la gente de la fundición para que confeccionen las placas.

–¿Qué quisiste decir con “soltar el muerto” justo cuando se está hablando de un héroe de la lucha insurreccional?

–Ah, ¿tú ves? ¡Yo sí no puedo usar metáforas, porque enseguida me disparas con fuego cruzado!

–Mejor cállate, que así murió nuestro héroe aquella infausta tarde… Ahí te va la cuarta:

“En esta esquina nuestro héroe compró el Diario de la Marina el 11 de noviembre de 1954, dos horas antes de emprender la gran acción de su vida”.

–No sé tú, pero yo suprimiría eso de “Diario de la Marina” y dejaría “periódico” a secas. Ese diario era archireaccionario y no estaría bien explicitar que un revolucionario de su talla perdiera el tiempo leyendo tal libelo.

–¡Menos mal, pariente! Primera cosa sensata que dices.

–Aunque a decir verdad, el hecho de colocar una placa para recordar tal nimiedad hace extraordinario el suceso y… Mejor díctame la quinta.

–…Hay que repensar las cuatro placas anteriores.

–¡Pero si falta la más importante, la que señala el lugar de su martiricidio, la acera que salpicó con su sangre, el cantero donde reverberó su último grito de rebeldía!

–Eso está muy bonito, pero con la suspicacia del periodicucho ese despertaste al militante que llevo dentro y me he puesto a pensar hasta dónde no estaremos ensalzando el pasado capitalista con tanta placa regada por la ciudad.

–Explícate.

–¿No crees que más de uno pensará cómo se puede, en menos de diez horas, hacer cola para comprar un par de medias, solicitar y recoger una inscripción de nacimiento en el Registro Civil, reservar un pasaje en tren, obtener turno para el periódico en un estanquillo… y que te quede tiempo para gritar consignas subversivas frente al Gobierno Municipal? ¿Tú podrías?

–Obviando la última de las acciones, las demás me llevarían un mínimo de tres semanas.

–Entonces: ¿estoy o no estoy claro?

–Tiene lógica…

–La tiene. Nuestro héroe se sentiría más orgulloso de nosotros si ponemos una sola en el lugar donde cayó, con un texto bien contundente que resuma las cinco… Algo así:

“En este parque, frente al antiguo Gobierno Municipal, nuestro héroe reservó pasaje a la eternidad e inscribió su nombre en el martirologio de la patria después de hacer la media a una tal Marina”.



The nice thing about being a celebrity is that, if you bore people, they think it's their fault.

-Henry Kissinger

2 comentarios:

Infortunato Liborio del Campo dijo...

Buen cuento. Divertido. Sólo que nadie lee las placas. Esta es una observación muy mía. Las placas se ponen pero nadie las lee, but some idiots like me. Las ciudades, están llenas de placas de bronce, mármol, etc de egregios patriotas, artistas, doctores, políticos y hombres públicos y nadie sabe quienes son. El cuento me recuerda dos casos de Cuba, el primero es que en Santa Clara todo se llama Chiqui Gómez Lubián, los hospitales, policlínicos, escuelas, bibliotecas, etc, pero Chiqui Gómez murió en sus cama porque de casualidad le cayó una bomba arriba. El otro caso es que en Varadero al menos un par de escuelas, primaria y secundaria se llaman Martin Klein, pues resulta, que este piloto acrobático alemán murió por error de fuego amigo, al dispararles las antiaéreas cubanas ahí cerca del aeropuerto de varadero cuando ejecutaba sus acrobacias, y Varadero que estaba escaso de patriotas le echó mano al nombre del piloto para un par de cosas allá.

Garrincha dijo...

coño, libo, qué bueno está eso.
deberías ponerlo en tu blós.
o mandarlo de colaboración pal mío.
jiar, jiar...
ahora, ¿te imaginas cuántos casitos habrá así en el cayo?
gracias mil, brother.